¿Qué hay más allá de tu zona de confort?
- angelzurera16
- 27 nov 2016
- 3 Min. de lectura

Lunes, 7:00am. Estás en la cama, con los ojos abiertos, esperando a que suene el despertador. Sabes que va a hacerlo. Y que acto seguido te levantarás y pondrás la cafetera mientras miras por la ventana a ver qué tiempo hace, a pesar de que has estado 10 minutos en la cama mirando el móvil y ya sabes que hay alta probabilidad de lluvia. Mientras te tomas el café, decidirás qué vas a ponerte y qué vas a comprar para comer hoy. Esa decisión es importante porque determinará si vas por un camino u otro hacia el trabajo. Después, una ducha rápida, vestirse y a salir a la calle antes de pillar hora punta. Repasar toda esta lista mentalmente te ayuda a organizarte. Saber que cosa viene después de la otra no te sorprende, te da seguridad. Te da sensación de que tienes el control de tu vida, de tus decisiones. Pero, piénsalo otra vez: ¿es esto tener el control? Desde Treewood te animamos a reflexionar sobre ello.
A veces, la sociedad moderna y sus pautas no nos permiten diferenciar entre lo que somos y lo que queremos ser. Se supone que hay cosas que tenemos que hacer y queda claro cómo hacerlas. Cuando aceptamos esta dinámica, nos metemos en una corriente de la que es muy difícil salir. Una corriente que te atrapa porque te da la seguridad de que vas a llegar a tu destino. Y no tienes que hacer nada, solo entregarte a ella. Demasiado fácil. De esta forma, esta corriente, como la rutina diaria, anula y destruye cualquier posibilidad de conectar contigo mismo. De estimular tu ingenio y de potenciar tu talento. Solución: hay que salir de la corriente.
Sabes cuál es tu zona de confort: aquella que no te atreves a abandonar cuando te toca tomar una decisión arriesgada, o enfrentarte a la posibilidad de un cambio, grande o pequeño. Tenerla no es malo, ni tampoco ser organizado o seguir una rutina. Pero cuando la antepones a tu propia felicidad o cuando te anula lo suficiente como para perder la perspectiva de lo que realmente quieres, es cuando necesitamos abrir los ojos.
Para salir de ella, no hace falta hacer ninguna locura ni ningún cambio drástico. Simplemente hay que atreverse a saltar un poco más lejos. Quitarnos el corsé del miedo a lo desconocido, a lo imprevisto. Ser consciente de que podemos hacer de las pequeñas cosas, grandes momentos. Y, sobre todo, escucharte a ti mismo. ¿Por qué renunciar a la pasión cuando puedes vivir de la mano con ella?
Cada uno tiene la llave para dar ese primer paso: puedes comenzar por desconectar el móvil de vez en cuando y utilizar el tiempo que dedicabas a mirar a la pantalla a quedar en persona con un amigo. A volverte a apuntar a clases de francés y aprenderlo de una vez por todas. Quizás volver a casa en bici en vez de coger el coche y tomarte algo en aquella cafetería a la que siempre dices que vas a entrar. O quizás dejarlo todo, empezar de cero e irte a vivir a Londres como algún día creías que ibas a hacer. Nadie te asegura que vayas a aprender francés, ni que te guste el café de esa cafetería o que en Londres vayas a encontrar lo que andabas buscando. Pero esa es precisamente la gracia y lo que hay más allá de tu zona de confort: posibilidades.
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