El mundo es para los que arriesgan
- #Treewood
- 27 nov 2016
- 2 Min. de lectura
En la vida, como en el juego, quien no arriesga, no gana. Está claro que siguiendo la analogía, mayor es la ganancia cuando más fuerte es la apuesta. Por eso, parece lógico apostarlo todo a un número y seguir nuestro instinto: si así lo sentimos, no nos podemos equivocar. Pero, para que haya equilibrio cósmico, también existe la posibilidad de perder. Y perderlo todo siempre es un golpe duro. Pero, ¿esto nos tiene que frenar en nuestro camino hacia la felicidad y el éxito? Nunca.

El mundo está compuesto de dos tipos de personas: las que esperan a que las cosas lleguen a su puerta, y las que salen ahí fuera a hacer que pasen. Y para hacer que las cosas pasen, hay que apostar fuerte. Y para hacer esta apuesta no se necesita ninguna cualidad especial, ni siquiera ser un superhéroe. Solo hay que ser constante, trabajar duro, creer en uno mismo y en lo que haces y no tener miedo de lo desconocido o a cometer errores. De los errores se aprende: eso es arriesgar. Es ir a por todas y no dar opción al azar para determinar tu propio destino. Se trata de coger las riendas: de saber lo que quieres e ir a por ello. Así de fácil.
¿Somos valientes por poner toda la carne en el asador en función de nuestros sueños? Lo valiente es atreverse a ser uno mismo. Para todo lo demás, no es necesaria valentía, solo ganas de tener alas, de materializar lo que realmente esperas de la vida. En un mundo en el que el concepto de masa es el dominante, hay que recuperar la esencia individual, esa que nos hace únicos. Esa que distingue nuestra voz de las demás.
No se trata de hacer cosas espectaculares o llamativas, como cuando Walter Mitty decide coger un avión a Groenlandia un día cualquiera y rutinario y acaba luchando con un tiburón, por ejemplo. Cualquier riesgo, por pequeño que sea, será un comienzo: desde empezar por recuperar ese hobby que tanto te gustaba pero que dejaste aparcado por las exigencias de la rutina, hasta escribir un mensaje a esa persona con la que había tanta conexión pero con la que has perdido el contacto. Un pequeño paso para la humanidad, uno gigantesco para ti.
El mundo es para los que arriesgan, para los que se quedan sin voz, para los que se mojan cuando llueve, y para aquellos que se apuntan a clase de iniciación en pintura. La próxima vez que ante ti esté la oportunidad de sacudir las cosas y tengas dudas, no te preguntes qué puedes perder, sino qué vas a ganar. Porque desde Treewood, creemos firmemente que el mayor riesgo es no tomar el riesgo. Que este sea tu nuevo mantra: ¿y por qué no?
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